El sábado llegó antes de lo que habían
esperado. Lucas se levantó muy temprano esa mañana, al igual que Lena. Ambos se
tomaron su tiempo para prepararse. Lena vio como sus padres se marchaban y
colocó la casa lo mejor que pudo. No podía creer lo que estaba a punto de
hacer. A la hora exacta, sonó el timbre de su casa. Respiró hondo y pensó por
última vez en lo que estaba a punto de hacer. Abrió la puerta.
-Ya pensaba que no abrías...-suspiró
Lucas.
Ella le sonrió y lo invitó a pasar.
-¿Quieres tomar algo?
Él negó con la cabeza, tratando de no
impacientarse.
Miró las fotos de las paredes con fingido
interés mientras, por el rabillo del ojo, observaba detenidamente a Lena.
La veía nerviosa e indecisa. Fue hasta el
sofá y se sentó. Él fue a sentarse enfrente pero ella negó con la cabeza y le
señaló el sitio que quedaba a su lado.
-No sé muy bien como empezar…
Lucas no dijo nada.
-Sólo quiero que… No quiero contártelo
todo porque no te interesa-Lena siguió hablando, ignorando la mueca que se
dibujó en la cara de Lucas-Es una historia demasiado larga para contar en una
sola tarde. Yo, como ya has visto, no soy la persona más popular del
instituto-suspiró-Tampoco soy como piensas. No quiero hacerte daño. Por eso, me
he comportado de esa manera… Pero…-se detuvo de nuevo-Tú me gustas ¿vale? No
pienses cosas extrañas pero me siento a gusto a tu lado, sólo eso.
Lucas estaba paralizado.
-¿Por qué piensas que me harás daño?-le
preguntó.
-No lo pienso, lo sé. Siempre hago daño a
todo el mundo-bajó la vista.
-Lena, si no quieres dañarme, no lo harás.
¿Entiendes?
Ella se encogió de hombros y él sintió lo
vulnerable que se sentía.
-Además, ya te he dicho que quiero estar
contigo. ¿Crees que no puedo soportar las consecuencias por muy graves que
sean?-tenía ganas de añadir algo más, tal vez una frase como ``estoy dispuesta
a soportarlas por ti´´ pero no se atrevió.
Se hizo el silencio entre ambos.
-Lena, di algo, por favor-susurró.
-Lucas…-musitó.
Se miraron a los ojos. El corazón de Lena
latía atropelladamente. El chico sentía que le costaba respirar. De repente, la
distancia se acortó, estaban muy cerca, tan cerca, demasiado cerca… El hechizo
en el que se hallaban sumergidos se rompió con un desagradable sonido. Ambos
saltaron, asustados.
-¿Qué ha sido eso?-gimió Lucas, echándose
hacia atrás.
-Emmm… Iré a mirar-se levantó y salió a
toda prisa hacia la cocina, donde le había parecido que sonara el ruido.
Se paró a mirar y vio que la ventana
estaba abierta y había un plato, de los que deberían estar sobre la encimera,
roto en pedazos. Mientras lo limpiaba, escuchó un bufido a sus espaldad. Se
giró, aterrada, y vio al culpable de su susto y del estropicio. Un gato no muy
grande, de color negro, estaba acurrucado en una esquina. Lena suspiró,
reconociéndolo. Ese pequeño felino estaba abandonado y no era la primera vez
que se colaba en alguna casa del vecindario. Lo cogió en brazos y regresó al
salón. Le agradeció que hubiera interrumpido su momento con Lucas, porque había
sentido que alguno de los dos habría estado a punto de perder el control. No
entendía como él la hacía olvidar todo lo que llevaba años repitiéndose que no
debía hacer, todos los errores que jamás debía cometer.
-Lucas, te presento a mi nuevo
amigo-sonrió.
Él miró al gato con interés cuando ella lo
dejó sobre el sofá. Le acarició la cabeza, entre las orejas y el animal maulló,
feliz.
Lucas sonrió pero en seguida se puso
serio.
-¿Podrías contarme más?
-¿Más? ¿Más qué?-fingió que no había
entendido su pregunta.
-Qué te hace pensar de ese modo…
-Los hechos.
-¿Hechos? ¿Qué hechos?
-Todo. Siempre ha sido así. Nunca cambiará.
-¿Tanto daño has hecho a los demás?
-No sabes cuanto…
-No creo que seas una persona capaz de ir
haciendo daño a los demás. Inconscientemente, intentando alejarnos de
ti-llegados a aquel punto, le cogió la mano-puede que sí. Pero estoy seguro de
que jamás lo harías si no pensaras que lo que haces es para bien.
-¿Tú que sabes de mi pasado?-le gritó-¡No
has estado aquí, no lo has vivido! No has tenido que soportarlo tantos años…-se
detuvo.
-Cuéntamelo-ante su silencio, continuó-Te
dije que estaría a tu lado siempre. Para lo bueno, para lo malo, para lo
regular.
Ella dudó. De perdidos, al río, se
decidió.
-En el colegio nunca ha sido fácil. La
gente… nunca fue lo que me esperaba. Yo pensaba que tendría amigos y amigas,
momentos felices, recuerdos… Todo muy feliz, como lo pintan en las películas y
libros. Pero nunca ha sido así. Sólo te muestran lo que quieren que veas, nunca
las cosas malas que una persona vive.
Notaba que le estaba doliendo hablar, pero
no la interrumpió. Se conformaría con saber un poco más, se dijo.
-Yo siempre he estado sola. Ya sabes que
en nuestra clase no tengo un solo amigo… Sé que están Lucy y Annie, pero ella
están en otra clase y ya bastante hacen
por mí. El año pasado fue lo peor. No te puedes imaginar lo horrible que era.
Lucas tuvo que interrumpirla.
-Lena, por favor, me gustaría saber más
pero no te obligaré a continuar.
Él no se percató del momento en que había
comenzado a llorar pero vio las lágrimas caer a raudales de sus ojos. No lo
resistió y la abrazó con fuerza. Lena comenzó a sollozar con más fuerza a lo
que él respondió estrechándola todavía más intensamente. Ella apoyó su cabeza
en el hombre de él y continuó llorando, desahogándose. Él le acarició el pelo,
lenta y repetitivamente. Todavía pasó un largo rato hasta que ella se separó,
limpiándose la cara.
-Perdona, no quería que…-empezó-
-No te disculpes por nada. ¿Estás mejor?
-Sí, no te preocupes. En serio-le sonrió y
miró el reloj-Aún no he terminado, siento que sea una historia tan larga.
-No tienes
porqué contarme más hoy. ¿Porqué no hacemos otra cosa?-la tranquilizó.
Ella se encogió de hombros.
-Podríamos ver una película-le propuso.
-Mejor que la pongamos en mi
habitación-aceptó, encantada.
Él la siguió por las escaleras. Entraron
en la habitación, en la que Lucas ya había estado anteriormente, y observó que todo continuaba exactamente igual,
exceptuando la estantería, cuyo contenido había aumentado considerablemente.
El ordenador de Lena ya estaba encendido.
-O bajamos el portátil o tendremos que ver
la película en la cama…-se sonrojó.
-Puedo sentarme en la silla-ofreció Lucas.
-No, deja, da igual-se apresuró a
disculparse. Acababan de abrazarse durante bastante rato ¿porqué le tenía que
dar vergüenza sentarse a su lado?
Lena puso la primera película que
encontró, sin saber de qué trataba y, mucho menos, quien actuaba o la dirigía.
Ambos se tumbaron en la cama, a cierta
distancia.
Él pensó que se moría de ganas de
abrazarla. Ella no deseaba más que sus brazos la rodearan de nuevo.
Lucas observó a Lena con curiosidad, al
notar que estaba muy callada. La miró y se dio cuenta de que estaba dormida.
Recorrió con la mirada toda la habitación hasta que vio una manta sobre la
silla, en la que no había reparado anteriormente.
Se levantó con cuidado para cogerla y tapó
a la chica con ella. Se volvió a estirar a su lado y cerró los ojos. Nunca
había estado tan a gusto al lado de alguien.
La historia de Lena le había impactado,
más por lo que ella había callado que por lo que había dicho. Esperaba haber
avanzado lo suficiente como para que no volviera a rechazarlo. Ahora, se sentía
más seguro y se hacía una idea de contra lo que debería luchar.
Involuntariamente, se quedó dormido.
Alrededor de una hora después, despertó,
un poco sobresaltado. Comprobó que compartía la manta con Lena y ambos estaban
muy cerca. Sonrió y le acarició el pelo.
-¡Oh!-exclamó Lena, asustándolo y
consiguiendo que apartara la mano-No, no me molestaba… Me gustaba-se rió,
nerviosa-Me he quedado dormida-bostezó.
-Yo también-aseguró él.
Lena se levantó para apagar el ordenador y
se estiró.
Lucas se mordió el labio, sin saber qué
hacer o decir.
-¿Te apetece comer algo?
-No, gracias. Supongo que querrás que me
vaya…-empezó él.
-¡No! No quiero quedarme sola-suspiró
ella, sin mirarlo a la cara.
-Estaré contigo todo el tiempo que haga
falta-le sonrió.
Ella lo miró, con ojos soñadores. Empezaba
a creerse todas las palabras del chico, aunque todavía no supiera todo lo que
ella ocultaba.